Encontrar el amor, la felicidad o la fidelidad, ser rico o, simplemente, asegurarte, vía esotérica, que regresarás a tu ciudad favorita. Son muchas las peticiones que se realizan en otras tantas atracciones y monumentos con el simple hecho de frotar, saltar o lanzar una moneda. Si eres de los que piensan que la (buena) suerte hay que salir a buscarla, te proponemos hacerlo en los rincones más top de Europa y, de paso, mantener a raya el mal fario de este martes 13, que no existe, pero…
Il Porcellino, en Florencia
En pleno casco antiguo de Florencia, la ciudad que enamoró a Stendhal, Il Porcellino nos invita a regresar. Para conseguirlo, basta con tocar a este jabalí de bronce pero, si quieres un poco más de suerte, debes colocar una moneda en su boca y frotar el hocico hasta que ésta caiga en la rejilla.
La Estatua de los Músicos, en Bremen
Si estás de visita en Bremen y ya estás echando de menos esta tranquila ciudad del noroeste alemán, tenemos la solución: solo tienes que buscar la estatua de Los músicos de Bremen, en un lateral del Ayuntamiento, tocar las pezuñas del burro con ambas manos y todos tus deseos se harán realidad.
Blarney Stone, en Cork
Irlanda está plagada de leyendas y mitos, pero nos gusta especialmente el de Blarney Stone, la piedra de un castillo a las afueras de Cork que concede el don de la elocuencia a quien consigue besarla. Es complicado –hay que tumbarse y quedar suspendido de unos barrotes–, pero parece que funciona.
Schönner Brunnen, en Núremberg
Sus 19 metros de alto y su ubicación, junto al Ayuntamiento de Núremberg, hacen qua la Schönner Brunnen no pase inadvertida. Pero lo que quizá se te escape entre sus 40 figuras son las dos anillas camufladas, que hay que girar tres veces: la dorada, para atraer la buena suerte, y la negra, fertilidad.
Fontana di Trevi, en Roma
En 1954 Frank Sinatra puso de moda lanzar tres monedas a la Fontana di Trevi en la película del mismo nombre, pero este bellísimo monumento recién restaurado tiene sus propias reglas. Para regresar a Roma, ha de hacerse de espaldas y arrojar la moneda con la mano derecha sobre el hombro izquierdo
La estatua de Molly Malone, en Dublín
Vendedora de pescado de día y prostituta de noche, Molly Malone fue tan popular en el siglo XVII que tiene hasta canción propia: el equivalente a nuestro Asturias, patria querida, que aquí hay se canta con algunas Guinness de más. Para regresar a Dublín, solo tienes que tocarle su generoso escote.
Estatua de San Juan Nepomuceno, en Praga
Las 30 estatuas que perfilan el Puente de San Carlos, en Praga, son magníficas pero una, además, tiene poderes. Es la de San Juan Nepomuceno –el confesor de la reina Sofía de Bavaria, que se negó a delatarla al rey Wenceslao–, que promete felicidad si la tocas, y fidelidad, si tocas la imagen del perro.
Pont Marie, en París
De los 37 puentes de París que cruzan el Sena, el Pont Marie no solo es uno de los más antiguos –lo diseñó Christophe Marie, de ahí su nombre, en 1614–, sino uno de los más románticos. Si pasas por debajo, debes cerrar los ojos y pedir un deseo y, si vas en barco, besa a tu pareja y sellarás tu amor.
La Estatua de Everard’s Serclaes, en Bruselas
En un lateral de la Grand Place, en Bruselas, la Estatua de Everard’s Serclaes –un héroe nacional– es una máquina de vending que expende deseos según lo que toques: el brazo, regresar a la ciudad; el cuerpo, pareja; la cabeza del perro, tu pareja será fiel; y, la cabeza del ángel, tener buenos amigos.
La Galleria Vittorio Emanuelle II, en Milán
Con el pie derecho, los ojos cerrados y girando en sentido contrario al de las agujas del reloj. Así se deben pisar los testículos del Toro de Milán, para atraer la fortuna si eres hombre, y la fertilidad, si eres mujer. Además, repetirlo dos veces te asegura encontrar el amor, y tres, encontrarlo en Milán.
El Corazón de Midlothian, en Edimburgo
En plena Royal Mile, la calle más famosa de Edimburgo, te llamará la atención un mosaico de adoquines con forma de corazón. Es el Corazón de Midlothian y marca el lugar donde los condenados de la antigua cárcel eran ejecutados, un punto sobre el que la tradición manda escupir para evitar el mal fario.
Sirenita, Copenhague
Carl Jacobsen, el fundador de Carlsberg, regaló la estatua de este personaje de Andersen a la ciudad y, en poco tiempo, se convirtió en todo un icono de Copenhague. Víctima habitual del vandalismo, La Sirenita resiste tempestades y ofrece buena suerte a todo el que quiera tocar su piel de bronce.
Puente de los Suspiros, Venecia
Era la última imagen que veían los presos de la Santa Inquisición pero ahora, el Puente de los Suspiros se ha transformado, como toda Venecia, en un parque temático dedicado al amor. Su leyenda es clara: cruzarlo sin respirar hace que los deseos se cumplan y, besarse bajo el puente, promete amor eterno.
La imagen que abre el texto es Everard’t Serclaes | visitbrussels. Jean Paul Remy